lunes, junio 16, 2008

El largo adiós de Bush


Que el Reino Unido sea la última parada de la última gira del presidente George W. Bush por Europa no debería sorprender a nadie.

El gobierno británico ha sido el más férreo aliado del gobierno de Bush, a diferencia de los desencuentros que signaron su relación con otras potencias europeas durante los ocho años de su gobierno.

Después de ocho días de recorrer las capitales de varios de esos países, Bush emprende el regreso a casa y tendrá tiempo para un balance de un viaje que no despertó tanta cobertura periodística ni protestas callejeras como en las cerca de veinte ocasiones que Bush visitó Europa.

Si uno lee los objetivos de la gira publicados en la página de internet de la Casa Blanca, se afirma que estaba dirigida a "fortalecer la relación transatlántica y celebrar la duradera amistad entre nuestros países basada en valores democráticos comunes".

Con objetivos tan amplios, ¿cómo pueden medirse los resultados del viaje?

Algunos analistas afirman que Bush está intentando cimentar el legado histórico de sus años en la Casa Blanca.

En una entrevista con una cadena de televisión británica, Bush mismo dijo que le gustaría ser recordado como "un presidente que no abandonó sus principios por la politiquería, o por una encuesta cualquiera...".

Pero según Marcelo Justo, analista de BBC Mundo, Bush sufre el síndrome de lo que en inglés llaman "pato rengo" (lame duck), es decir, la debilidad política de un mandatario que está cerca de terminar su mandato.

Temas conocidos

Esto le quita fortaleza para lanzar nuevas iniciativas, y quizás por eso, si uno se fija en los temas que se hablaron durante sus reuniones bilaterales con líderes europeos, ninguno de ellos es particularmente novedoso o innovador.

Detener la supuesta amenaza nuclear de Irán, lograr la estabilización de Afganistán y buscar un acuerdo de paz en el conflicto palestino-israelí son -en distintos grados- conocidas supuestas prioridades en política exterior del gobierno Bush.

Bush se reencontró con viejos amigos, como el reelecto primer ministro italiano, Silvio Berlusconi -quien lo calificó de "amigo personal"- y con el ex primer ministro británico Tony Blair, uno de sus más leales aliados durante los turbulentos meses en los que se decidió la invasión a Irak.

El presidente estadounidense también afianzó su relación con otros amigos más recientes, como el francés Nicolás Sarkozy, y se dio el gusto de visitar Eslovenia -parte de lo que él llama "la nueva Europa"- para participar de la cumbre anual entre Estados Unidos y la Unión Europea.

Durante los ocho días, el matrimonio Bush también aprovechó para hacer lo que podría llamarse un poco de "turismo diplomático".

En el Reino Unido, la Reina Isabel II los invitó a su residencia personal, en el Castillo de Windsor; en Roma, Bush acompañó al Papa Benedicto XVI en su caminata diaria por los jardines del Vaticano y en Alemania, la canciller Ángela Merkel recibió a los Bush en su residencia de verano en las afueras de Berlín.

Sin arrepentimiento

En todo lugar que visitó, el presidente se mostró firme y para nada arrepentido de su decisión de invadir a Irak.

Hace cinco años, esa decisión fue la que llevó a una fuerte discordia entre su gobierno y el de los países europeos que preferían un camino diplomático para enfrentar a Saddam Hussein.

Y para algunos, las consecuencias de las aventuras militares impulsadas por Bush están todavía demasiado vívidas como para ser olvidadas.

El popular periódico inglés Daily Mail daba la bienvenida a Bush con una portada irónica: dividida en dos, una de las fotos mostraba el Air Force One llegando al aeropuerto de Heathrow; la otra muestra un avión militar británico a punto de dejar Afganistán cargando los cinco cuerpos de soldados británicos caídos en los últimos días.

Pero pese a estos rencores, según la corresponsal de la BBC en la Unión Europea, Oana Lungescu, el vínculo transatlántico se está recuperando y la actitud conjunta que han tomado EE.UU. y la UE en temas como las ambiciones nucleares de Irán han ayudado a subsanar las heridas abiertas.

Herencia

Además, como afirma Paul Reynolds, corresponsal de asuntos diplomáticos de la BBC, una cierta mejora en las condiciones de Irak han aliviado la relación entre las dos potencias.

Pero Reynolds también afirma que hay algunos temas incómodos que se mantienen en la agenda, y que terminarán siendo un legado para el próximo presidente de Estados Unidos.

Entre ellos, afirma Reynolds, está la pregunta sobre qué pasará con la polémica prisión de Guantánamo, una posible reformulación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte y la a veces tormentosa relación de Rusia con Occidente.

De todos estos temas no se habló de manera directa: será a Barack Obama o a John McCain a quien les toque tratarlos en futuras giras por Europa.

Bush, por su parte, se dedicará a otros temas: según el comentario que hizo el New York Times sobre el viaje, el mandatario se está guardando una ambiciosa agenda para sus últimos meses, que incluso podrían incluir un acuerdo sobre cambio climático.

Sin embargo, cuando el Air Force One abandone Irlanda del Norte en la noche de este lunes, podrá decirse que la turbulenta relación de Bush con Europa llega a su capítulo final.

BBC

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